Perderle.
Llorar interiormente por no poder coger esos sentimientos que él me acariciaba y besarlos.
Desesperación por entenderlo.
Por entender.
Por entenderme.
Rugir. Que el fuego estallaba y yo quería prenderle.
La lluvia mojaba, y emborronaba la tinta que había escrito mi decisión.
Él me apaciguaba, me encendía, me tranquilizaba, me prendía, me ponía nerviosa me gustaba, me dolía, me recordaba, me quería, me sabía...
Me sabía a vida, y él me sabía.
Volver sobre unos pasos para borrarlos con el pie, y después pisar fuerte.
Ahora, él.
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