Parecía que no quisiese que pensáramos que era diferente. Escondiéndose, dejando que su brillo resplandeciese por sí solo.
Como haría yo.
Pero luego, hablaba, y hablaba, y se reía y atacaba... quería dejar claro que sabía, y que su saber, aunque quizás no de una manera prepotente, estaba por encima de los demás.
Por encima, o más rápidamente.
Pero no importaba porque siempre daba derecho a opinar, y a pensar, y a hablar. Y luego te machacaba diciéndote aquello en lo que, a su forma de ver, que era la correcta, fallabas.
Y estoy segura de que admitiría otro punto de vista. Pero solo para darse cuenta de que el suyo era mejor.
Sin destacar, pero haciendo gracia.
Sin dejar indiferente, peor sin hacer ruido.
Eso sí, produciendo música.
martes, 20 de noviembre de 2012
martes, 13 de noviembre de 2012
La representación
En base a los estudios de Stuart Hall sobre la
representación, se puede afirmar que tal concepto se utiliza para definir el
proceso que nos lleva a utilizar el lenguaje para mostrar de una u otra manera
el mundo a otra persona. La representación
produce sentido, es decir, que el significado que las personas de una cultura y
un lenguaje concreto ( es decir que usan los mimos términos y símbolos para
algo) dan para un concepto le dota del sentido mismo, puesto que la simple
existencia de tal objeto, concepto, etc, carece de sentido, puesto que sin
lenguaje no seríamos conscientes de esa existencia.
Representar es dibujar o describir algo, ponerlo en nuestro
sentido mediante el lenguaje que lleva a la creación de ese concepto mismo en
nuestra mente.
Esto es, que cuando yo digo por ejemplo, hablando del cuadro
“El matrimonio Arnolfini”, de Van Eyck, que éste cuadro representa una boda, el
concepto boda llega a nuestra mente mediante la representación que nosotros le
hemos dado a ese concepto, entendido aquí como la unión entre las dos personas,
y representado en el cuadro conforme lo entiende Van Eyck. Aquí es donde entra
la imaginación, o el punto de vista del autor (dentro de los límites que
nuestra cultura ofrece) sobre tal
término.
Podemos afirmar también, de esta forma, que representación
pudiera significar simbolización, pues cuando decimos que tal cosa representa
tal otra, queremos decir que le primer concepto (llamémosle LAZO, en el ejemplo
del lazo rosa que representa el cáncer de mama) hace una llamada a nuestro
conocimiento del otro término que asociamos gracias a nuestra educación en este
ámbito con este primer concepto (en este caso la enfermedad del cáncer de
mama). Tanto es así, que cuando nosotros veamos este conocido lazo rosa,
sabremos qué es lo que significa y qué REPRESENTA.
La representación, de esta manera, puede hacernos “ver” algo
sin que esté presente, pues habiéndolo visto una vez, esa “forma” se guarda en
nuestra mente y nos hace posible el poder volver a verla sin necesidad de que
exista dentro de nuestro campo visual en el momento en el que nosotros estamos
pensándola.
Pero, lo más curioso, es que la representación otorga unas
connotaciones a tales conceptos que en su percepción natural estos no tienen.
Quiero decir, que cuando nosotros veamos el ya mencionado lazo rosa, pensaremos
en el cáncer de mama. Pero eso No significa que el lazo sea el cáncer de mama,
sino que nosotros lo asociamos con. El lazo, en nuestra primera visión solo
eran trozos de tela anudados, dando una forma utilizada normalmente para atar
cosas o embellecer algunas otras. Era mero objeto, a veces con útiles resultados,
a veces de simple ornamento. Pero ese lazo, se utilizó en una ocasión para
representar el apoyo de las personas sobre el cáncer de mama. Supongo que se
eligió el color rosa por ser el color que REPRESENTA a la mujer, que es la
afectada en este caso y el sexo que más apoyo da a esta enfermedad, por la
cuenta que le trae.
Así, el simple ornamento que las madres colocaban en nuestro
pelo llegó a coger una forma característica que se unió a ese concepto,
entrando en nuestra mente, y haciendo que cada vez que lo veamos, se nos
represente sobre todo la idea de esta enfermedad.
Mas el lazo no deja de ser eso, un lazo.
Aun así, otra curiosidad que gusta a los lingüistas de
datar, y es que el lazo, como concepto no puede representar nada.
Pongamos otro ejemplo: Ella canta.
Aquí se da a entender que una mujer canta, y lo entendemos
fácilmente porque la personas, a no ser de concreta discapacidad, pueden
cantar.
¡Pero no el concepto!
“Ella”, como palabra no puede cantar. Es su representación
la que sí puede.
Así, la representación cuenta con dos partes.
La primera es la representación en sí del concepto. Ella, es
una mujer. El lazo, es una anudación de telas.
La segunda, las connotaciones que nuestra sociedad, cultura
y educación han “pegado” a esa primera representación. Ella, es una mujer, de
cualquier color, con posibilidades para cantar, hablar, sentir, todo lo que una
persona pudiese hacer (y aquí hago una referencia a vuestra representación de
este término, puesto que sé que esta cultura, la mía, la entendéis como vuestra
y por tanto entendéis este concepto cual yo), y el lazo es un símbolo que
representa el apoyo a algo, como quizás la luna de la religión del islam
representa a esa religión, sin dejar de ser la luna que todos vemos como astro
allá arriba.
La representación no se limita, así, a aquello que existe,
que hemos visto, que tenemos constancia de su realidad.
La representación no tiene límites. O quizás sí. Tantos como
la mente de las personas, incluyendo imaginación y creación.
Yo nunca he visto un elfo, pero he visto la representación
(a veces de imágenes, a veces literaria) que me han hecho autores y personas de
ese concepto.
Así, puedo crear con mi mente mi propia representación de
algo que aún sin realidad, sí la tiene. ¿O es inexistente la existencia de “Legolas”
en “El señor de los anillos”?
No. Existe. Desde el momento en el que alguien la
representó.
Así, cualquier cosa, real o irreal, existente o inexistente,
que hayamos o no visto, podemos representarla, puesto que nuestra mente puede
crearla. Y puede asociarla a un concepto.
¿Es difícil, la representación? Tan difícil como comprender
que cada cosa no es cada cosa, si no el valor que nosotros le damos a la misma.
martes, 6 de noviembre de 2012
Caer la noche.
Desprendiéndose de la cubierta celestial, se escurre, goteando, un
color opaco y duro.
Al moverse el viento, deja
que esta esencia grave choque contra las cosas que encuentra en su recorrido.
Si levantas la vista, mientras corres y huyes por que ese gelatinoso
perfume no se pegue a tu piel, verás que todo queda en la nada, al no haber,
tras el atardecer, red que aglutine la vida en un momento allá arriba.
Es decir, que el mundo se cae.
Porque aquello que lo recubría, que lo embutía, se ha descolgado
por el paso del tiempo, por el uso desmesurado, por la vejez de su tinta.
lunes, 5 de noviembre de 2012
Tú.
Eres como algo que viene y arrasa, que se come la vida, que pinta el aire de colores y lo llena de perfumes.
Eres como algo que se encuentra por casualidad, para que no te aconstumbres a ello por ser demasiado bueno, demasiado divertido, demasiado...demasiado Todo.
Eres.
Eres como algo que se encuentra por casualidad, para que no te aconstumbres a ello por ser demasiado bueno, demasiado divertido, demasiado...demasiado Todo.
Eres.
Guau.
Como una descarga eléctrica.
Fuerte, chispeante.
Como un atardecer.
Suave, mas picante.
Tus ojos: Mi sonrisa.
Tu existencia: Mi agitación.
Y al buscarte entre los demás, ver tu sonrisa volar, necesitar de tu olor...
Guau.
Fuerte, chispeante.
Como un atardecer.
Suave, mas picante.
Tus ojos: Mi sonrisa.
Tu existencia: Mi agitación.
Y al buscarte entre los demás, ver tu sonrisa volar, necesitar de tu olor...
Guau.
R.
No tienen por qué ser invitados para que vengan y duelan.
Es su regla.
Ametrallan tu mente cuando algo los llama, cuando algo los acerca a nosotros, cuando algo los hace aparecer.
De todo y de todos.
Y mientras el tiempo pasa, se hacen más grandes.
Sólo dañan aquellos que se intentan olvidar.
Es por eso por lo que se hace.
Pero no, no se puede controlar.
Y duelen.
Qué recuerdos.
Es su regla.
Ametrallan tu mente cuando algo los llama, cuando algo los acerca a nosotros, cuando algo los hace aparecer.
De todo y de todos.
Y mientras el tiempo pasa, se hacen más grandes.
Sólo dañan aquellos que se intentan olvidar.
Es por eso por lo que se hace.
Pero no, no se puede controlar.
Y duelen.
Qué recuerdos.
*
Y volar, y perder, y saltar y descubrir, y llorar...llorar hasta formar ríos de lágrimas donde poder lavar mi cuerpo cansado, y escuchar, y sonreír, y enamorar, y enamorarme, y ver, y esperar, y descansar, y olvidar, y agradar, y recibir, y encantar, y que me encanten, Que me apasionen.
Que mi mente pueda ser libre.
Que mi mente pueda ser libre.
21.
Pudiese contemplar su brillo (el escondido tras aquél color verdoso que me hace sonreír) aun cuando Nix abriera sus ojos y su oscuro manto acurrucase al mundo.
Olería su perfume aunque estuviese lejos y la fragancia del olvido quisiese nublar mi olfato. Pero no, yo la olería, acariciando mi cuerpo y fundiéndose con mi pelo, suave, quedando enganchado en mí como el sonido de su risa.
Sí, su risa, pequeña y mortal enredadera que se teje a mi alrededor, y rompe el aire, y le susurra, y se acerca a mí, y me besa.
Y le vería, en cualquier momento, en cualquier parte, en mi mente, sonriéndome de una forma no guardada en los recuerdos, sino dulce fruto de mi imaginación y futuro.
Mi vida, Él, aquél GIGANTÓN de sueños, ilusiones, y perfección.
Tú.
JMGH=X (L)
Olería su perfume aunque estuviese lejos y la fragancia del olvido quisiese nublar mi olfato. Pero no, yo la olería, acariciando mi cuerpo y fundiéndose con mi pelo, suave, quedando enganchado en mí como el sonido de su risa.
Sí, su risa, pequeña y mortal enredadera que se teje a mi alrededor, y rompe el aire, y le susurra, y se acerca a mí, y me besa.
Y le vería, en cualquier momento, en cualquier parte, en mi mente, sonriéndome de una forma no guardada en los recuerdos, sino dulce fruto de mi imaginación y futuro.
Mi vida, Él, aquél GIGANTÓN de sueños, ilusiones, y perfección.
Tú.
JMGH=X (L)
Apeirón.
Quisiera decir en este tiempo
que es de lluvia y de niebla,
de frío y de fuerte viento
que sutil como lleva
en la vida su miedo
esperanza, juega cual leva
su papel en el tiempo,
¡Que no temáis, que no se os muera,
la vida en los ojos no tengáis miedo!.
que es de lluvia y de niebla,
de frío y de fuerte viento
que sutil como lleva
en la vida su miedo
esperanza, juega cual leva
su papel en el tiempo,
¡Que no temáis, que no se os muera,
la vida en los ojos no tengáis miedo!.
Los días pasan perezosos,
manos que de callos se llenan,
y de momentos que curiosos
con vuestro futuro juegan.
Y vuela el aire furioso
y a vuestro cuerpo os lleva
risas, buenos recuerdos
mas no temáis, ¡que no se os muera
la vida en los ojos, no tengáis miedo!.
manos que de callos se llenan,
y de momentos que curiosos
con vuestro futuro juegan.
Y vuela el aire furioso
y a vuestro cuerpo os lleva
risas, buenos recuerdos
mas no temáis, ¡que no se os muera
la vida en los ojos, no tengáis miedo!.
Disfrutar la vida gozosos
que de esperanza os llena.
Pisan tierra tus pies celosos
de pájaros que el cielo vuelan.
¿Quién dijera apeirón, que gloriosos
vuestros labios, dijeran vida bella?
Sin esfuerzo, recelosos,
de que esta vida se queda
sólo en sueños cautelosos.
¡Mas no temáis, que no se os muera,
con miedo, la ansiada vida en los ojos!.
que de esperanza os llena.
Pisan tierra tus pies celosos
de pájaros que el cielo vuelan.
¿Quién dijera apeirón, que gloriosos
vuestros labios, dijeran vida bella?
Sin esfuerzo, recelosos,
de que esta vida se queda
sólo en sueños cautelosos.
¡Mas no temáis, que no se os muera,
con miedo, la ansiada vida en los ojos!.
P.
Elemento sustentante.
Cuando el misterio que era ante mi certeza la primera vez que lo vi, se convirtió en un olor conocido, algo dulce que me acariciaba y que tenia ganas de besar, como si fuera la salvación a mi alma cansada que el viento me traía.
Perderle.
Llorar interiormente por no poder coger esos sentimientos que él me acariciaba y besarlos.
Desesperación por entenderlo.
Por entender.
Por entenderme.
Rugir. Que el fuego estallaba y yo quería prenderle.
La lluvia mojaba, y emborronaba la tinta que había escrito mi decisión.
Él me apaciguaba, me encendía, me tranquilizaba, me prendía, me ponía nerviosa me gustaba, me dolía, me recordaba, me quería, me sabía...
Me sabía a vida, y él me sabía.
Volver sobre unos pasos para borrarlos con el pie, y después pisar fuerte.
Ahora, él.
viernes, 2 de noviembre de 2012
29. 21. Por amor de hacen grandes locuras.
Me besaste.
Por primera vez, fuiste tú el que me besó.
La primera vez lo hice yo, cansada de esperar a que tú lo hicieras, y no lo hacías.
La segunda, también.
Pero era diferente, ahí es que quería besarte, quería que me siguieses, quería estar contigo, quería que me quisieras...
Te quería.
Pero no fue suficiente.
¿Un beso, dos, tres? ¿Una tarde de besos?(En realidad dos). Para ti no era suficiente.
Y tanto tiempo después, me besaste tú. Tú, tú, fuiste tú.
Quizás eso significaba que era realmente cuando tú te decidías, cuando te dabas cuenta de lo que querías, y cuando te dabas cuenta de mí. porque yo era la que tú anhelabas.
Qué diferente me mirabas esa vez.
¿O es que me fijaba por primera vez en tu mirar, y no en tus besos?
¿o eran mis ojos?
¿O era el amor?
Te acercaste y me besaste.
Me cogiste por la cintura.
Sonreíste mientras.
Yo no pude parar de hacerlo después de aquél beso.
Y el tiempo pasó.
Nos separamos.
No sentía. Ya no sentía nada. Nada.
No vivía, realmente no...
Y es que el tiempo pasaba...
¿Cómo nos volvimos a besar? No me acuerdo.
Solo me recuerdo a mí intentándolo, y a ti intentando esquivarme, que siempre lo conseguías.
Y yo volviendo a casa llorando, recordando tu vos diciendo, prometiendo, ¡jurando! que luego me darías un beso.
Y no me lo dabas.
Tres días que me sentí tonta, engañada, e inútil.
Triste. Triste de mí.
Escuálida armadura de valentía que no podía soportar mi corazón.
Tinta impertérrita en el cuaderno que no formaba más que charcos de dolor unida a mis lágrimas.
Pues ni siquiera la sinceridad de las palabras me aliviaba.
Pero nos volvimos a besar.
Esta vez fuimos los dos.
Y te quiero.
Te lo dije.
Te lo repetí.
Te lo escribí en un mensaje.
Te lo juré.
Te lo recordé.
Te lo envié por correo.
Te lo susurré.
Te lo mordí al oído.
Te lo besé.
Que te quiero.
Pero... ¿Es eterno el amor?
¿Es al cien por cien?
Me dijiste que me harías soñar, y lo cumpliste, y soñar está bien, pero... volviendo
a la realidad...
¿Siempre?
Tú y yo.
Juntos.
Siempre. ¿Siempre?
Soñé contigo, y tú volviste a forjarme en tu vida, pero la duda seguía ahí.
Mi cabeza estallaba de preguntas, y la palabra jamás era la base de todas.
¿Jamás? Jamás te olvidaré. Jamás lo harás tú. Jamás te dejaré. Jamás dejaré de quererte.
Y es entonces cuando ocurrió.
Tú me pediste la prueba de amor.
Amor eterno.
¿Y yo, cómo conseguirla?
Yo, que solamente soy una esclava de la pluma y de la tinta. Pero puedo.
Por amor se hacen grandes locuras.
Por primera vez, fuiste tú el que me besó.
La primera vez lo hice yo, cansada de esperar a que tú lo hicieras, y no lo hacías.
La segunda, también.
Pero era diferente, ahí es que quería besarte, quería que me siguieses, quería estar contigo, quería que me quisieras...
Te quería.
Pero no fue suficiente.
¿Un beso, dos, tres? ¿Una tarde de besos?(En realidad dos). Para ti no era suficiente.
Y tanto tiempo después, me besaste tú. Tú, tú, fuiste tú.
Quizás eso significaba que era realmente cuando tú te decidías, cuando te dabas cuenta de lo que querías, y cuando te dabas cuenta de mí. porque yo era la que tú anhelabas.
Qué diferente me mirabas esa vez.
¿O es que me fijaba por primera vez en tu mirar, y no en tus besos?
¿o eran mis ojos?
¿O era el amor?
Te acercaste y me besaste.
Me cogiste por la cintura.
Sonreíste mientras.
Yo no pude parar de hacerlo después de aquél beso.
Y el tiempo pasó.
Nos separamos.
No sentía. Ya no sentía nada. Nada.
No vivía, realmente no...
Y es que el tiempo pasaba...
¿Cómo nos volvimos a besar? No me acuerdo.
Solo me recuerdo a mí intentándolo, y a ti intentando esquivarme, que siempre lo conseguías.
Y yo volviendo a casa llorando, recordando tu vos diciendo, prometiendo, ¡jurando! que luego me darías un beso.
Y no me lo dabas.
Tres días que me sentí tonta, engañada, e inútil.
Triste. Triste de mí.
Escuálida armadura de valentía que no podía soportar mi corazón.
Tinta impertérrita en el cuaderno que no formaba más que charcos de dolor unida a mis lágrimas.
Pues ni siquiera la sinceridad de las palabras me aliviaba.
Pero nos volvimos a besar.
Esta vez fuimos los dos.
Y te quiero.
Te lo dije.
Te lo repetí.
Te lo escribí en un mensaje.
Te lo juré.
Te lo recordé.
Te lo envié por correo.
Te lo susurré.
Te lo mordí al oído.
Te lo besé.
Que te quiero.
Pero... ¿Es eterno el amor?
¿Es al cien por cien?
Me dijiste que me harías soñar, y lo cumpliste, y soñar está bien, pero... volviendo
a la realidad...
¿Siempre?
Tú y yo.
Juntos.
Siempre. ¿Siempre?
Soñé contigo, y tú volviste a forjarme en tu vida, pero la duda seguía ahí.
Mi cabeza estallaba de preguntas, y la palabra jamás era la base de todas.
¿Jamás? Jamás te olvidaré. Jamás lo harás tú. Jamás te dejaré. Jamás dejaré de quererte.
Y es entonces cuando ocurrió.
Tú me pediste la prueba de amor.
Amor eterno.
¿Y yo, cómo conseguirla?
Yo, que solamente soy una esclava de la pluma y de la tinta. Pero puedo.
Por amor se hacen grandes locuras.
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